Instrucciones para la conservación de las mantas de lana

Para mantener la calidad y durabilidad de su manta de lana, se recomienda seguir las siguientes indicaciones:

• Antes de usarla por primera vez:

Es recomendable dejar la manta airear durante uno o dos días antes de su uso, para eliminar cualquier olor a oveja que pueda tener. Sacudirla ligeramente ayuda a esponjar la fibra y devolverle su forma original después del almacenamiento.

• Lavado en lavadora:

Utilice el programa específico de lana a 30 °C en su lavadora. Es fundamental tender la manta inmediatamente al finalizar el ciclo, para evitar que se deforme y se encoja. No emplee suavizantes; en su lugar, utilice únicamente amoniaco en las mantas blancas o negras (cuando no hay tinte) y vinagre en las de color, en la cantidad recomendada. Añada solo una pequeña cantidad de detergente. En caso de presentar manchas, se aconseja tratar la zona afectada. Es preferible no lavar con frecuencia; ventilarla al aire libre es muchas veces suficiente para mantenerla fresca.

• Secado:
  Para un secado adecuado, se recomienda secarlas al aire en posición horizontal. Evite el uso de secadoras, ya que el calor puede provocar encogimiento y deterioro de las fibras.

Tender la manta a la sombra, evitando la exposición directa al sol durante el verano, ya que esto puede causar que la lana sea áspera al tacto.

• Lavado en seco:

Si opta por un lavado en seco, deje la manta tendida al raso durante la noche para que le caiga la escarcha. Posteriormente, deje secar completamente. Este método es tradicional y especialmente útil para mantas artesanales o de gran tamaño.

• Almacenamiento:
  Para guardar la manta, elija un lugar seco y bien ventilado. Utilice preferentemente bolsas de tela o cajas de cartón. Puede añadir hojas de laurel para conservarlas. También son recomendables las bolsitas de lavanda o cedro para mantenerlas frescas y alejadas de polillas. No emplee bolsas de plástico, ya que impiden la correcta transpiración de la lana.